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De forma constante nuestro ser queda encuadrado en el espacio. A través del volumen espacial nos movemos, vemos las formas, los objetos, oímos los sonidos, sentimos el viento, olemos la fragancia de un jardín en flor.

En sí mismo, carece de forma. Su forma visual, su cualidad luminosa, sus dimensiones y su escala derivan por completo de sus cimientos, en cuanto están definidos por elementos formales.

Cuando un espacio comienza a ser aprehendido, encerrado, conformado y estructurado por los elementos de la forma, la arquitectura empieza a existir.